Monday, July 21, 2008
EL MACHETE
EL MACHETE
Por; JOSÉ MIGUEL SOTO JIMÉNEZ
HISTORIA: El machete del general Pedro Santana, el mismo que el Arzobispo Nouel puso en manos de Trujillo un 17 de octubre de 1936, cuando el generalísimo tenía 44 años de edad, es presentado aquí con su magia y sobresaltos, con sus traumas y visiones fantasmales
El sable embrujado
EL ARMA GANADORA DE LA BATALLA DE AZUA REPOSABA COMO OFRENDA EN EL SANTUARIO DE HIGUEY
SANTO DOMINGO.- Trujillo tenía seis años en el poder y cuarenta y cuatro de edad, cuando recibió un 17 de octubre de 1936, de manos del arzobispo Nouel, la espada de honor, que el general Pedro Santana usaba para las grandes ocasiones oficiales.
El machete tosco del hatero, instrumento forjador de separaciones necesarias y de iniquidades, gestor de arbitrariedades y asiento de pesadas memorias ancestrales, lo recibió el Jefe mucho antes de eso, con pretensión de ungido sacramental, cuando se lo dio el mismo cura ilustre en el treinta, como un legado de reciedumbres, o como un viejo fetiche bárbaro de autoridad, base primordial del despotismo.
El hierro rústico, bueno para la guerra, era el mismo sable gallito, bautizado así, cuando el machete cañero se vistió de heroicidades, era el mismo acero canario con que Santana, ganó teniendo cuarenta y cuatro años, la Batalla de Azua.
El arma reposaba como ofrenda en el santuario de Higuey, entre los tesoros de la Virgen, desde hacia muchos años, y el prelado, ni corto ni perezoso, advirtiendo semejanzas, aprovecho los famosos recorridos cívicos por todo el país a caballo, para poner de nuevo a cabalgar el instrumento memorable, para sudarlo entre las muchedumbres y pasearlo por la geografía de la patria atormentada, como si se quisiera, sacarlo del reposo y darle vida renovada, sirviendo de amuleto propiciatorio, articulándolo como símbolo, a sabiendas del efecto que produciría en el animo supersticioso del nuevo caudillo la rustica reliquia trasmisora del efluvio de viejos rigores y recias tradiciones.
Pero también Nouel se lo entregó con la secreta intención litúrgica, de despojar a Tatica de una prenda tan pesada a su bondad. El dictador la recibió entusiasta y se lo terció a la usanza del hato, esbozando una sonrisa de satisfacción como si viera en el gesto que la historia le guiñaba el ojo.
Talismán
Por eso, al entrotarse por el país, no dejo nunca este sangriento talismán, que paseaba orgulloso por todos los rincones de la nación, con la firme convicción, de que el machete formalizaba ese relevo histórico de dominador a dominador, en el que el pasado le entregaba al presente el hato inmenso de la República.
Eran los días aquellos de su cruzada para imponer el orden, una guerra amañada contra la anarquía en que nos jugamos la libertad, por una seguridad que nos lacraría el alma. El tema central del régimen era la pacificación de un pueblo cansado de heroísmos, la lucha a brazo partido contra los caudillos que se dividían los fastos de la nación, entre las pequeñeces de sus miras personales.
Por eso le vino bien a Trujillo la posesión de este símbolo sangriento, que lo investía como domador de tigres y patrón de taitas, sobre todo, por venir de quien venia y en tan buena oportunidad, que uso la ancianidad de esa arma truculenta para aplastar a sus contrarios, como en efecto lo hizo antes y después, sin reparar en tratos y alianzas, no dando chances ni segundas oportunidades a los cientos de generales de cantón que no se le plegaran de inmediato de forma incondicional, a costa de la misma vida, o de quien sabe que diabluras que podían alcanzar sin remedio a sus descendientes.
Vino la calma Después del ciclón de San Zenón, la principal labor del Jefe fue pasear a caballo aquel rústico instrumento, para dejar bien sentados sus dominios, porque muchos entendieron el huracán como un mal hado y lo abandonaron y se le “encacataron” en el Cibao, y él se fue hasta allí, para montar el toro y tumbarlo por la cola.
Cuando acordándose de Mon entró a la villa heroica de Moca, tierra viril de Jose Contreras, del único general ciego que recuerda la historia, lugar azote de dictadores y tiranos, cayó abatido entre armas, en las lomas de Jamao, el bravo general Cipriano Bencosme. Piro Estrella, arisco como el hurón, se le alzó secundando a Cipriano, en la loma de los Amaceyes.
Él, que había sido de los Come Burros, siendo un muchacho en la época de la montonera, llegó a general en un pleito de antaño, porque siendo un imberbe, a la hora del paredón, sus enemigos se resistieron a fusilarlo, porque no tenia aun barba ni bigote.-A este muchacho nalga sucia, lo que hay que darle una pela, y él impetuoso, le dijo que lo fusilaran también con sus amigos, porque el era un macho de hombre, provocando así un asombro y admiración que le dio fama.
Arma en ristre
En diciembre del treinta, se le alzó Piro a Trujillo con el orador Cuchico Jiménez y el jefe lo fue a buscar y se entendieron, con la condición de que el orador le entregara la revolución en un mitin en el parque de Santiago. -Todavía mi carabina esta caliente del último disparo contra las fuerzas de este hombre, dijo el poeta de la Joya ante su pueblo, llevado allí por la astucia de Trujillo para descalificarlo ante su gente.
-Entramos en trato, siempre y cuando ustedes me entreguen la revolución frente a Santiago, les dijo el jefe, sabiendo que era necesario amansar aquel pueblo, corazón donde había latido siempre el heroísmo.-
Piro Estrella y yo, fuimos quienes más lo combatimos hasta hace un rato, y hoy acudimos frente a este pueblo, que es testigo de nuestras luchas, para rendir nuestras armas ante los imperativos del progreso.
Porque este hombre, pueblo heroico de Santiago, representa la promesa de la paz, y por su boca nos habla el futuro. –A partir de ahora el muchacho este se va conmigo en mis recorridos, para que le hable a la gente, le dijo Trujillo a Piro refiriéndose a Cuchico, mientras el caudillo seguía sus recorridos sofocando revueltas e imponiendo la paz esa de los cementerios.
Paz y orden
Mitin tras mitin, en las llamadas Revistas Cívicas, Trujillo imponía la retórica de la paz y el orden. El dictador, aunque sureño, tenía por el Cibao una predilección romántica. En sus tiempos de guardia, allá en la tierra de Maria Santísima, se había hecho aficionado, al perico ripiao, a las mujeres de cintura estrecha, a las metáforas de sus oradores, a los versitos de amor de sus poetas cursis y a las comidas fritas.
Acto tras acto, Trujillo miraba de reojo y con cierta picardía, el machete aquel que pendía de su cuerpo, mientras todos murmuraban borrachos de superstición, que contra ese hombre nada se podía, mientras llevase el machete de Pedrito, sin saber que todo ello, era una mezcla folklórica de triquinuelas con reflejos de los trucos de los manes que manejan la rueda chueca del destino.
Veleidades
Mañas viejas de quien se sabe conocedor del pueblo y sus manías, y manejador de sus signos claves. No en vano ha decretado, como parte de su ritual, la imposición del himno de Reyes y Prudhomme en los actos oficiales. No es casualidad que mantenga un bisnieto de francisco del Rosario Sánchez en su Estado Mayor.
Tampoco es fortuito que un hijo bastardo de Meriño sea su tribuno favorito, ni mucho menos, que los hijos de Lucas Días estén entre sus íntimos, mientras un vástago del general Jose Leger, comanda parte de sus tropas, y un nieto de los Puello, don Víctor Garrido, será una de sus plumas predilectas. Los descendientes de Imbert, representaran su poder en Puerto Plata, los de Eliseo Cabrera en Moca, los de Hungría en Santiago, los de Demetrio en la Línea.
Un nieto del general restaurador, Braulio Álvarez, será su amigo preferido. Un hijo del general Achín Peynado, don Mozo, será su premier en el cuarenta, otro de la estirpe de Jose Maria Cabral, será su escudero en el congreso, un Troncoso de la Concha será su comodín, mientras, un hijo de Federico Henríquez y Salome, será su Superintendente de Enseñanza.
Otros más
Como el brigadier Juan Sánchez Ramírez, con aires de papagayo tropical, el jefe usara vistosos uniformes y medallas para impresionar el pueblo, amara los símbolos y la teatralidad durante todo su vida y ello con fuerza de fe, lo impulso a ponerse, en la primera de sus múltiples toma de posesión presidencial, el mismo uniforme orlado, que usaba en las grandes ocasiones, el general Ulises Heureaux, con bicornio y bastón de mando y con el peto bordado con hilos de oro, representando los laureles de una gloria vieja y trasnochada, que sin ser realmente la suya, lo era por los efectos de una herencia absurda, ilógica e inexplicable.
Por eso, cuando cruzó con ínfulas de capitán ecuestre, el entonces caudaloso río Mao, con poca escolta y buen talante, rodó sin vida la cabeza legendaria del general Desiderio Arias. El machete legendario estaba ahí, era el mismo que había pasado de mano en mano, desde la Limonade en 1691, a la Virgen y de ella, a Santana Padre, que decapitó en Guaiquia a Ferrand, de ahí pasó a Santana el hijo y por ultimo, al nieto de Diyeta Chevalier y Silverita Valdez.
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